El colmo de los colmos, aunque para ir disfrazado de alcoholímetro tienes que ser un buen fichaje, o sea que más que sorprenderse deberían habérselo esperado.
Bueno, os explico. Este chaval que vemos en imagen es James Miller, de Ohio. Venía de una fiesta de Halloween en la que se lo había pasado demasiado bien y eso en muchas ocasiones conlleva una buena reserva de alcohol en el estómago. Además de la vista, debió nublársele también el conocimiento porque con la tajada que llevaba cogió el coche con tan mala (o buena) suerte que la policía le detuvo.
Después de ver a semejante espécimen subido al coche, los agentes procedieron a hacer la prueba y esta vez el alcoholímetro funcionó. Multa al canto y a casita, que ya has echado el día majo.