Diario de un desgraciado

diario de un desgraciado

La vida está llena de cosas que ocurren que en muchas ocasiones pueden hacernos sentir como unos auténticos desgraciados. Estas situaciones en ocasiones pueden ser realmente duras como ocurre con el protagonista de nuestra historia de hoy.

Este amigo nuestro nos ha querido dejar algunas líneas de su diario personal, donde se muestra como desde el mismo día en que nació su vida fue un tormento para él.

Si queréis saber más cosas sobre este «desgraciao», os invito a que leáis el texto que os dejamos a continuación, seguro que te ayuda a sentir que tu vida no es tan mala como te la puedes imagina.

diario de un desgraciado

– Mi padre era imbécil. Trabajaba en un banco y lo atraparon robando bolígrafos.

– Cuando nací, el doctor fue a la sala de espera y le dijo a mi padre: «hicimos lo que pudimos ….. pero salió».

– Mi madre nunca me dio el pecho porque decía que sólo me quería como amigo.

– Mi padre lleva en la cartera la foto del niño que ya venía en la cartera.

– Pronto me di cuenta de que mis padres me odiaban: mis juguetes para la bañera eran una tostadora y una radio.

– Una vez me perdí. Le pregunté al policía si creía que íbamos a encontrar a mis padres. Me contestó: «no lo sé, chaval……hay muchos sitios donde se pueden esconder».

– El último deseo de mi padre moribundo fue que me sentara en su regazo. Estaba en la silla eléctrica.

– Trabajé en una tienda de animales. La gente no paraba de preguntarme cuanto iba a crecer.

– Cuando me secuestraron, los secuestradores mandaron a mi padre un trozo de mi dedo. Mi padre dijo que quería mas pruebas.

– Una vez me encontré a las autoridades sanitarias. Me ofrecieron un cigarrillo.

– Un día me llamó una chica a casa diciéndome: «ven a casa, no hay nadie». Cuando llegué a su casa no había nadie.

– A mi mujer le gusta hablar conmigo después del sexo. El otro día me llamó a casa desde un hotel.

– Una vez ingerí un frasco entero de tranquilizantes. El doctor me dijo: «tómese una copa y acuéstese un poco».

– El psiquiatra me dijo que me estaba volviendo loco. Yo le dije que quería una segunda opinión. «De acuerdo, también es usted feo».

– Una vez me iba a suicidar tirándome desde un décimo piso. Mandaron un cura para ayudarme. Sus palabras de ánimo fueron: «preparados, listos….».

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