Dicen que vivimos en la era de la comunicación… y no es que lo dude, es que es una trola del copón.
El otro día un amigo me cuenta que lo ha dejado con la novia después de doce años… qué digo… ¡¡doce añazos de noviazgo!!. Con estos números podían ir a Pekín a por una medalla. Resulta que han roto por culpa del móvil… claro que viendo cómo era la novia, rompieron GRACIAS al móvil. Lo que pasó fue lo típico… ella cogió accidentalmente el móvil de mi amigo y leyó sin querer unos SMS de un tal «Antonio Trabajo»… lástima que luego los firmara como Puri.
Eso antes no pasaba. Antes te pillaban notitas en la ropa y se armaba la de Dios… había comunicación. Ahora no, ahora te pilla los mensajes de la Puri… bueno, de «Antonio trabajo» y antes de que salgas de la ducha, la tía ya ha llamado a Legálitas, CON TU MOVIL, y en dos semanas estás cogiendo sitio para dormir en la calle.
Luego está la gente que lo único que envía por correo electrónico empieza por FWD… los reenviados… que son como los replicantes pero en plan capullo. Te puedes pasar años sin saber nada la vida de la persona que te envía esos mensajes, pero te atiborra con powerpoints esotéricos, con cartas que debes enviar a 641 personas en la próxima hora o te quitarán la cuenta de correo y tu jilguero morirá al instante… por no hablar de los videos de «dibujos animados» que luego dirás que son de… Antonio el del trabajo.
Qué me decís del Messenger… cuando yo compartía piso en la universidad, lo usábamos para comunicarnos los que vivíamos dentro del piso…. estando dentro. piripi «¿qué hay de cena?»… piripi… «ni idea»…. piripi «pregúntale a Puri». … y así media hora haciendo el gilipollas y con un hambre que te cagas.
Para acabar con todo esto, el otro día intenté darme de baja de Internet y del móvil al mismo tiempo… si… en esto también te dan una medalla si lo consigues…. porque no paraban de comunicar.
Autor: Ignacio Caballero