Estaban jugando al golf Moisés, Jesucristo y un anciano.
Moisés es el primero en golpear. Coge el palo, se prepara y paff: La bola termina en el agua. Pero, volviéndose a sus compañeros, Moisés les dice:
‘No pasa nada’. En efecto, coge el palo, lo hinca en el suelo y las aguas se separan, tras lo cual le pega de nuevo a la bola, que termina en el hoyo.
Llega el turno de Jesucristo. Coge el palo, se prepara y paff: La bola termina también en el agua. ‘No os preocupéis’, dice Jesús a sus compañeros de juego. Y ni corto ni perezoso se dirige al estanque, empieza a caminar sobre el agua, llega a donde está la bola flotando, le pega de nuevo y…al hoyo.
Por fin, le toca le turno al anciano, que coge el palo, se prepara y paff: La bola va directa al agua, pero, justo antes de llegar, sale un pez y se come la bola. Pero antes de que el pez caiga de nuevo al agua, aparece una gaviota que se come al pez. Tras un corto vuelo, a la gaviota le cae un rayo, que le fulmina en el suelo, donde abre el pico, sale la bola y se cuela en el hoyo.
Entonces Jesucristo se vuelve al anciano y le dice:
«Mira, papá, si empiezas con chulerías, yo no juego’.