La vida en pareja no es sencillo. Irse a vivir juntos es un paso muy importante y no siempre sale como uno ha soñado toda su vida. Al principio suele aparecer ciertas discrepancias que hace que la relación sufra, pero nada mejor como hablarlo para solucionarlo.
Hay ocasiones en que uno se puede molestar más de la cuenta con el otro miembro de la relación, y es aquí donde puede aparecer los verdaderos problemas, sobre todo si se guarda rencor.
Esto es lo que nos cuenta el siguiente monólogo, texto que no tenéis que dejar la oportunidad de leer.
Núnca había entendido porqué las necesidades sexuales de los hombres y las mujeres son tan diferentes entre si… Núnca había entendido todas esas idioteces de que las mujeres son de Venus y los hombres de Marte. Y núnca había entendido porqué los hombres piensan con la cabeza y las mujeres con el corazón.
Pero… Una noche, mi esposa y yo nos fuimos a la cama. Y bueno, empezamos a acariciarnos, el inevitable agarre de tetas, el trasero, etc. La cuestión era que ya estaba listo y en ese momento, me dice:
– Ahora no tengo ganas mi amor, ¡sólo quiero que me abraces!.
Eso me lo dice con una cara de cínica… Yo dije:
– ¡¿¿Queeeeeeeee??!
Entonces me dijo las palabras mágicas de toda mujer:
– ¡No sabes conectarte con mis necesidades emocionales como mujer!.
– ¡¡No jodas!!!
Al final, el asunto era que esa noche no iba a haber pelea. Guardé los aceites afrodisíacos, apagué las velas, quité el CD de Alejandro Sanz, que en ese momento casi siempre funciona y apagué el equipo de sonido…
Me dí una buena ducha con agua helada, a ver si podía calmar a la bestia y me puse a ver la televisión a todo volumen para no dejar dormir a la hija de mi suegra… Después de un rato me quedé dormido. Al día siguiente fuimos de compras al Corte Inglés, entramos a una tienda, me fui a verrelojesmientras ella se probaba tres modelitos carísimos.
Como mujer al fin no podía decidirse por uno u otro, le dije que se llevara los tres. Entonces me dijo que ¡necesitaba unos zapatos que le hicieran juego! a 290.00 € el par, le contesté que me parecía bien. Luego fuimos a la sección de ropa sport, de donde salimos con unas chamarras con plumas y una bolsa de Luis Vuiton.
¡Estaba tan emocionada!
Yo creo que pensaba que me había vuelto loco, pero de todas maneras las traía. Pienso que me estaba poniendo a prueba cuando me pidió una faldita muy corta parajugartenis, si no sabe ni correr, mucho menosjugartenis.
Entró en shock cuando le dije que se comprara todo lo que quisiera. Ella estaba casi excitada sexualmente después de todo esto; entonces dijo la palabra mágica de toda mujer:
– Ven cariño, mi vida, mi sol… y otras tantas chorradas que dicen las mujeres, vamos a la caja a pagar.
Fue aquí cuando, de repente faltando solo una persona para pagar le dije:
– Mi amor, creo que ahora no tengo ganas de comprar todo esto…
De verdad, ojalá le hubieran visto la cara, se quedó pálida cuando le dije:
– ¡Tan sólo quiero que me abraces!.
Empezó a poner cara de que se iba a desmayar, se le paralizó la parte izquierda del cuerpo, le dio un tic nervioso en el ojo derecho y le dije:
– ¡No sabes conectarte con mis necesidades financieras como hombre!.