A todo el mundo nos gusta presumir de lo bien que conducimos en cualquier situación, pero en muchos casos esto no es así, sobre todo cuando el tiempo no acompaña. Cuando aparece un día con niebla o muy lluvioso, y decidimos coger el coche, es necesario que tomemos medidas de seguridad más importante, ya que podemos causar cualquier accidente.
Esto es lo que nos intenta explicar el siguiente monólogo que os dejamos a continuación, donde nos muestra como en esos día que el ambiente está peor, es cuando nos encontramos un mayor número de imprudentes que mira no miran si lo que hacen es peligroso.
Hoy tocaba niebla y por eso salí antes, ya se sabe por experiencia que los días con problemas meteorológicos son días con problemas de tráfico. ¿Por qué la gente que nunca coge el coche, elige estos días precisamente para demostrarse que no tienen ni puta idea de conducir, y así excusarse de cogerlo cuando hace buen tiempo? ¡ Coño, no tienen bastante la primera vez en que todos los demás conductores nos acordamos de su familia¡ . Pues, no, no tienen bastante y repiten de nuevo el día que más llueve o nieva.
Se quedan parados en medio de un cruce, o van a diez por hora, o aparcan de cabeza que debe de ser una forma nueva, que ahora deben de enseñar en las autoescuelas. Consiste en que se ve un hueco y se enfila de frente metiendo el morro, hasta la imposibilidad total de cualquier maniobra para poner el coche derecho. Igual piensan que es un aparcamiento en batería y todos, toditos los coches de los dos lados de la calle están equivocados.
Otro sistema nuevo es aquel en que se ve un hueco, a todas luces demasiado pequeño, a todas las luces que a ellos les faltan para verlo claro, y ahí van, golpe al de atrás, golpe al de adelante, nuevamente al de atrás y así hasta que se dan cuenta de que aunque lo acaban de lavar, no ha encogido.
También está el aparcamiento al aquí voy, aquí me quedo, tan frecuente a la entrada de los colegios donde se bloquea el paso lo más posible, a fin de que tus niños puedan sacar la mochila, el bocadillo, se firme no se que autorización, se de un beso y lo que se pueda añadir mientras una ristra de coches de aquí te espero, se pregunte por que no salir todos y lincharlo para escarmiento público.
Uno ya va preparado para estos inconscientes y toma las precauciones que puede pero siempre te acaba tocando alguno, porque son tantos los que salen en estos días, que es imposible no toparte con el que te corresponde. Está ese que por alguna extraña razón se empeña en ir por el carril de la izquierda de la autovía a setenta por hora, mientras le van dando las largas los de atrás, y cuando le adelantan le pitan, y el muy gilipollas les dice a sus acompañantes ¡ no veas si me conoce gente ¡
Más peligrosos son los mongolos que cierran mal las puertas y el día menos pensado se le abre y se va al carajo, aunque bien pensado eso no es tan malo.
Ahora los mejores son los indecisos. Estos son los que ponen el intermitente y pueden pasarse tres kilómetros con el puesto a ver si pueden cambiar de carril. A estos hay que pasarlos rápido por que cuando menos te lo esperas dan el volantazo, y curiosamente cuando menos sitio tenían para salir.
En algún momento darás con el último modelo… en Camboya. Estos son cojonudos, pues conducen sin retrovisores, con ruedas completamente desgastadas y a ser posible desequilibradas, y como no, sin frenos, claro que esto lo sabes cuando después de derrapar durante cincuenta metros acaban frenando con la parte posterior de tu coche. Y sabiendo lo que te van a decir sales y te dicen, ¡ jo, payo no man parao los frenos de la fogoneta, y para que le vas a pedir los papeles del seguro, para perder los tuyos.
Así que los días que veas que está el tiempo de lo más chungito, coge el autobús, metro o tren pero no el coche, tu salud física y mental te lo agradecerá.